🪞 Autoaceptación
Ando estos días leyendo Indistractable, un libro de momento estupendo escrito por Nir Eyal en el que habla de cómo controlar —y recuperar— la atención en un mundo con tantos estímulos en el que no solo perdemos la atención con facilidad y nos distraemos con vergonzosa frecuencia, sino lo que es peor, un mundo en el que vivimos por inercia, por defecto.
Os dejo un fragmento traducido:
Me encantan las chucherías, me encantan las redes sociales y me encanta la televisión. Sin embargo, por mucho que ame estas cosas, ellas no me devuelven el amor. Excederme en el consumo de algo dulce tras la comida, pasar demasiado tiempo haciendo scroll o empachándome de Netflix hasta las dos de la mañana eran cosas que antes hacía con poco o ninguna conciencia, solo por costumbre.
Al igual que comer demasiada comida basura trae problemas de salud, el uso excesivo de dispositivos también puede traer consecuencias negativas. En mi caso, fue la forma en que prioricé las distracciones sobre las personas más importantes de mi vida. Lo peor fue lo que dejé que hicieran las distracciones a mi relación con mi hija.
Me vi muy identificado con este pasaje. Por lo que me ha ocurrido, y por lo que todavía no, pero debería. Durante un tiempo se me fue de las manos Instagram. No solo por la cantidad de tiempo que le dedicaba, sino por la guía invisible que suponía sobre ciertos momentos de mi vida. Qué hacer, qué no hacer. Dónde ir, dónde no ir. O a qué atender mientras estaba haciendo otra cosa. El 31 de diciembre de 2018 eliminé todas las fotos de mi cuenta, borré la aplicación y empecé a vivir un poco mejor. Pagando un cierto peaje, pero mejor.
También durante los últimos años me despreocupé por completo por mi forma física y por si comía comida saludable o simple basura. Llegué a un estado lamentable que llevo once meses corrigiendo y cambiando hábitos pésimos por otros mejores.
Superados muchos de los placeres inmediatos que me condenaban en el pasado, ahora ando peleando contra las distracciones y las gratificaciones instantáneas que aparecen en pantallas. O lo que es lo mismo: tratando de lograr domar mi cuerpo y mi mente. De la misma forma que superados los tres años dejamos de orinar en la calle y ya no nos pasamos el día intentando escaquearnos de todo para poder jugar, hace falta un autocontrol férreo que se construye a fuego lento. Entendiendo profundamente las razones detrás de esos deseos.
Esto es una carrera de fondo, no un sprint. De otro fenomenal libro, Hábitos Atómicos, saqué una lección grabada a fuego: los buenos hábitos impactan por su efecto acumulativo. Los malos, también.
Si comes un KitKat no pasará nada en tu cuerpo. La vida seguirá. Si comes uno cada día, las consecuencias en tu sistema cardiovascular, tu forma física, tu peso y la salud de tu dentadura empezarán a empeorar. Si a eso le añades una vida sedentaria y colesterol en el sustento para el gozo del paladar, vendrá el desastre.
De la misma forma, si vas al gimnasio un día, cuando vuelvas a casa te mirarás al espejo y te verás exactamente igual que antes. Si vas cinco veces por semana, cuando lleves un año notarás muchos cambios en tu cuerpo, también en tu mente. Si lo acompañas con una alimentación que abandone los caprichos recurrentes y se centre en lo que tu cuerpo necesita, serás otra persona.
Lo mismo aplica a las distracciones y la capacidad de mantener la atención. Hacer una pausa para abrir Twitter y leer mensajes en grupos de WhatsApp es algo que no nos define. Ser incapaces una y otra vez de fijar la atención en lo que realmente queremos, hasta comprobar con horror cómo nuestra concentración se ha jibarizado, sí.
Todo se reduce a lo que decía al principio: tratar de no vivir por defecto, por inercia, sin tener el control. Escapar de ese ciclo sin fin en el que vamos degenerando sin nadie al volante. Como si fuésemos Bill Murray en 'El día de la marmota', repitiendo nuestro día una y otra vez sin poder hacer nada por evitarlo. A él le sirvió para aprender a tocar el piano y dejar de ser un gilipollas con la gente que le rodeaba. Quiero pensar que a mí me servirá para ser mejor persona y mejor trabajador. Y para estar más a gusto conmigo mismo. En los últimos años ya hablamos como si nada de la ansiedad y de que es bueno ir al psicólogo, pero la autoaceptación es un melón por abrir.
3 recomendaciones
📕 Por qué dormimos. Lo leí en septiembre, tras unos meses dejando el descanso muy abajo en mi lista de prioridades, enseguida me hizo entender por qué he de fijar "dormir las horas suficientes" al mismo nivel que comer o beber lo necesario cada día.
🎶 FKA twigs + The Weeknd. Una mezcla perfecta, puro magnetismo.
🍿 El tiempo que te doy. Miniserie de diez episodios muy breves (12-13 minutos cada uno) con una fórmula narrativa original y una sencillez que se agradece. La protagoniza Nadia de Santiago.