Hace un par de años escribí un artículo en Xataka con uno de mis propósitos para el ejercicio que estaba a punto de empezar: “Mi objetivo para 2021 es fotografiar menos sushi y grabar más vídeos costumbristas“. Seguramente pude haber escogido un mejor titular, pero la idea básica era que me estaba perdiendo la oportunidad de congelar instantes bellos por cotidianos mientras estaba llenando mi iPhone de momentos intrascendentes.
Tenía demasiadas fotos del esmorzar valenciano de turno (ok, esas quizás se salven) o de cenas relativamente exóticas, pero en ningún momento pensé en inmortalizar en detalle las casas en las que he vivido, o reuniones familiares felices, especialmente aquella en la que por última vez estábamos todos y no lo sabíamos.
Dos años después, es posible que aquel propósito pandémico haya sido el que mejor he cumplido en mucho tiempo. No es un lugar público online el sitio en el que dar detalles sobre ello, pero he conseguido que mi fototeca tenga muchísimo más valor. Y no solo por las fotos de los viajes o los retratos típicos, sino por haber sido capaz de detectar el costumbrismo que algún día echaré de menos.
Fotos y vídeos de casas, comidas de amigos, reuniones familiares, cumpleaños y viajes, pero también de una conversación cualquiera entre mis sobrinos, de dos familiares jugando en un parque, de un momento divertido entre tres personas de los que solemos recordar muchos años después.
Inmortalizar esos momentos para poder verlos en detalle el día de mañana, cuando ya no estemos todos, cuando todo haya cambiado. No solo por el envejecimiento, sino para cuando esa casa ya sea otra, o el parque haya sido remodelado, o simplemente para capturar la atmósfera de una época a través de la ropa, la tecnología, los peinados, o las acciones cotidianas. Me encantaría tener vídeos de mi yo de ocho años haciendo acciones que hoy son anacrónicas, como soplar el cartucho de un videojuego o rebobinar un casette con un lápiz. O creerme alguien importante por cerrar con llave la caja de mis disquetes.
Dentro de veinticinco años, mis sobrinos podrán tener vídeos suyos de niños con acciones que entonces, imagino, serán anacrónicas, como cerrar el estuche de unos AirPods, poner a cargar una tablet tirando de cable o usar un mando a distancia para cambiar el canal del televisor.
Y sobre todo, tendrán grabadas algunas de sus conversaciones de cuando tenían seis años o cómo era la casa en la que crecieron. Grabaciones que yo pagaría mucho dinero por tener.
Sobre todo, porque todo puede cambiar en cualquier momento y ser tarde para capturar nada. Lo peor que nos pasa en la vida no se prevé, no ocurre en días señalados en el calendario, sino en días cualquiera, cruzando de acera despistados justo antes de darnos cuenta de que ese coche ya no podrá esquivarnos, o contestando una llamada de teléfono mientras cenamos y sintiendo que no estamos preparados para encajar la noticia que están a punto de darnos. Ese instante en que todo se para y nuestra vida no vuelve a ser la misma. Así es la vida, y así hay que encajarla, pero quiero que al menos me pille con los recuerdos de los momentos que quiero conservar conmigo.
Si no lo habéis hecho, os aconsejo empezar a hacerlo de cara a 2023. Feliz año a todos.
3 recomendaciones
🏃🏻♂️ Running. Mi playlist en Spotify, renovada hace poco y que mal está que yo lo diga pero me ha quedado sublime. Como una moto voy con ella.
🔪 Las leyes de la frontera (Netflix). Un peliculón de 2021 ambientado en la Girona de 1978. Una oda al cine quinqui ochentero.
🗞️ Weeklyletter, la newsletter semanal de Emilcar. Con su toque personal habitual.
Hola Javier. Poniéndome al día con tus newsletters he visto en esta la recomendación de la playlist de running. Juraría que recomendaste hace tiempo unas zapatillas de Nike para correr también con las que estabas encantado pero no encuentro dónde lo pusiste por ninguna parte. Te acuerdas de qué modelo era? Muchas gracias!
Mis gigas en el iPhone y en iCloud están casi destinadas en exclusiva a grabar a mi peque (de ahora dos años) el el día a día parar nuestro disfrute ahora y para el suyo en el futuro. El resto de la familia también está pero en menos porcentaje. Me cuesta que no se me salten las lágrimas reviviendo momentos que no se volverán a producir