💬 Etiqueta
Tenemos un problema con el contexto de los mensajes de WhatsApp. Antes de que se convirtiera en nuestra religión, eran más habituales las llamadas, o los mails, y había otro tipo de reglas no-escritas que determinaban lo que el receptor entendía del emisor.
Con WhatsApp acaparando todo, se complica entender el tono con el que alguien nos escribe. Sumemos a eso las diferencias generacionales y tendremos un escenario dado a las confusiones.
Mi madre (70) o mi tía (67) pueden responder un escuetísimo "ok" a mensajes relativamente importantes o esmerados. Al principio no sabía muy bien cómo encajar esas respuestas, luego entendí que por algún motivo que desconozco, su generación parece más propensa a dar ese tipo de respuestas que alguien en sus 20s o sus 30s, que entendemos responder así a mensajes largos o emocionales como de una frialdad deliberada.
Los emojis se supone que ayudan a rebajar tensiones y ayudar a contextualizar mensajes, pero no siempre es así. Un antiguo jefe me solía responder a casi todo con un 👍🏻 que me parecía casi pasivo-agresivo. Aparte de una cierta diferencia generacional, ejem, también entendí a la larga que era su forma de dar retroalimentación o aprobación de forma ultrarrápida. La verdad es que siempre iba a un ritmo altísimo.
Con los emojis también hay confusiones cuando su significado no está demasiado claro. No hablo de 😉, que dejé de usarlo en Messenger, año 2005, precisamente por pasivo-agresivo, sino de 😬, que siempre lo he usado para denotar una cierta incomodidad aceptable al hablar de un tema delicado, pero a menudo es interpretado como una especie de sonrisa (¿?). He de admitir que a veces me gusta ser creativo con las interpretaciones, y uso 🤡 para transmitir una cara de circunstancias ante un suceso extraño a sabiendas de que corro el riesgo de que el receptor crea que le estoy llamando 'payaso'. Por no hablar de mi gusto por usar 🐸, 🤠 o 😅.
Bonus: la estupidez de que cada fabricante de hardware / software / servicio diseñe sus propios emojis a partir de una escueta guía escrita implica que si yo uso iPhone y tú Android, podemos ver emojis que claramente no significan lo mismo.
Emojis al margen, quizás necesitemos empezar, no sé cómo, a acordar ciertas reglas de etiqueta tácitas para la comunicación por mensajes que tienden a ser cortos. Por ejemplo, que no hay necesidad de hacerlos forzosamente cortos si tenemos mucho que contar: mejor un mensaje largo que doce breves, con sus doce notificaciones. Por nuestra salud mental.
Me voy a tomar un Valium antes de hablar de los mensajes de voz. Todos tenemos la necesidad de recurrir a ellos de forma puntual, porque tenemos demasiado que contar, o porque vamos justos de tiempo como para ponernos a teclear, o porque venimos de hacer la compra con una mano cargada. En cambio, quien abusa de ellos es alguien que claramente piensa en su beneficio, no en cómo lo encajará la otra persona.
"Es más cómodo", suelen decir. Es más cómodo para ti, figura, no para el que se tiene que tragar tu micropodcast dando argumentos circulares sobre una idea y requiriendo mucho más tiempo para recibir una información que si te hubieras molestado en usar el teclado. Alguien que abusa de ellos incluso tras indicarle su inconveniencia tiene para mí la misma consideración que alguien que llega tarde de forma habitual: no tienen respeto por los demás y sienten que su tiempo vale más que el del resto. 🚩
Nuevamente, diferencias generacionales: en las edades de mi madre detecto un mayor gusto por los mensajes de voz en cualquier escenario. Lo cual me recuerda el día que creé un bulo, el típico que se reenvía por WhatsApp en grupos familiares, sin querer.
Dar malas noticias por WhatsApp ya parece aceptable (sin llegar al nivel de romper una relación por ahí, claro), pero no lo es anticipar una mala noticia posponiendo el contenido. Es decir: está bien comunicar algo malo, aunque no terrible, por un mensaje, pero que nadie diga "tengo que darte una mala noticia, llámame esta tarde a partir de las cinco" porque es jugar con el desasosiego de otra persona. Hay quien lo hace sin maldad, pero también sin pararse a pensar dos segundos. De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno.
3 recomendaciones
🍿 WeCrashed (Apple TV+). El auge y la caída de WeWork, y sobre todo, de su CEO y fundador, Adam Neumann. Gran ritmo, grandes interpretaciones, sobre todo de Jared Leto, que clava hasta el peculiar acento de Neumann. Hoy se estrena el último episodio de la temporada.
🍿 Better Call Saul (AMC+ / Movistar+) ha vuelto por fin con su sexta y última temporada. Me mojo: me gusta más todavía que Breaking Bad.
🍿Severance (Apple TV+). Aún no he podido acabarla pero la estoy disfrutando mucho... y eso que algunas críticas hablan de que lo mejor es su final. Me gustan especialmente las propuestas originales, extrañas a la par que bellas. Esta serie lo es.