🤨 Parálisis
Este verano leí el libro '¡Hazlo!', de Seth Godin, que sé que tiene sus detractores pero al cual sigo con devoción. Es un llamamiento a, como sugiere, hacer. Simplemente hacer.
No preparar durante tanto tiempo que el proyecto pierde el sentido, no conformarnos con los prolegómenos de algo que nunca llegará a ver la luz. Esas clásicas carpetas en el escritorio con el nombre de una idea pintona donde vamos recopilando posibles logos pero que jamás pasará de ahí.
En una línea similar está un fragmento de otro libro fantástico, 'Hábitos atómicos', de James Clear. Insistía en lo necesario de no ponerse en marcha, sino de hacer.
Ponerse en marcha te hace sentir que ya estás haciendo las cosas, pero en realidad, solo te estás preparando para hacer algo.
Esa sensación de productividad es muy habitual. Creemos que por comprarnos ropa chula y apuntarnos al gimnasio ya estamos en la buena senda, pero no hemos hecho ni un 1% de lo realmente necesario. Pensamos que, ejem, crear un podcast o una newsletter con su nombre y logo es un gran avance, pero lo jodido llegará mucho después y será la prueba del algodón sobre nuestra capacidad real de mantener ese trabajo sostenido en el tiempo.
Llevado a esferas superiores y entornos más corporativos, una variante de este problema es la parálisis por análisis. La fase eterna de estudio e indagaciones para determinar si lo que estamos desarrollando es lo suficientemente bueno o no.
Hace poco descubrimos que el primer iPod, lanzado a finales de 2001, tuvo un período de nueve meses desde que fue lanzada la primera idea hasta que las primeras unidades ya estaban en las tiendas. Lanzar un dispositivo que cambió la forma de escuchar y comprar música, y sentó las bases de un éxito global como el iPhone, duró lo mismo que un embarazo.
Hoy suena irrealizable algo así en empresas como la propia Apple, donde los ciclos de desarrollo son largos y los riesgos que se asumirían con plazos cortos simplemente no se podrían asumir, pero es en cualquier caso un buen recordatorio de que a menudo pasamos más tiempo dando vueltas a ideas y proyectos, esperando a una perfección que ni necesitan ni permiten, cuando lo único que nos haría seguir adelante precisamente sería empezarlos.
Esto aplica a aprender a cocinar de verdad y no solo en modo supervivencia (nadie necesita una Thermomix o una encimera digna de Elena Arzak para aprender los básicos de patatas y huevos). O a empezar a hacer deporte: unas Pegasus y unas Metcon están muy bien, pero si no te empiezas a mover con ellas solo serán pisapapeles caros.
No sabéis el tiempo que pasé dándole vueltas a si podcast sí, podcast no. Ojalá me hubiese dejado de chorradas y hubiese empezado antes.
3 recomendaciones
📬 Vigilante (Netflix). La trama me ha enganchado tanto que hasta he pasado por alto ciertas inverosimilitudes y un final meh. Bonus: hasta yo me he dado cuenta del tremendo estilo de Naomi Watts en esta serie.
🏃🏻♂️ Épica. Una playlist en Spotify que equivale a tomar un Red Bull cuando las fuerzas flaquean pero quieres seguir.
💣 Días contados (Disney+, HBO Max). No recomendaría este film a alguien que quiera ver una buena película, porque no lo es; pero está entretenida y nos ayuda a conectar con el Madrid de los primeros '90 y su decadencia. Con escenas de las que cuesta olvidar. No solo la de la bañera.